fbpx

Cuando se ejecuta una campaña electoral solemos concentrarnos en factores claves para el éxito como una buena operación política, una estructura sólida, un discurso bien definido, un mensaje que conecte y transmita, una campaña de medios efectiva, etcétera, pero mientras nos concentramos en estos elementos olvidamos el factor central, nuestro producto: el candidato.

Lo anterior es casi irónico puesto que el candidato es la pieza central de una proceso comunicacional que raya entre la megalomanía y la idolatría, pero la tendencia nos ha llevado a mediatizar las campañas y olvidarnos del propio comportamiento del candidato frente al ciudadano.

Previo a la reforma de 2007, las campañas con spots más persuasivos, ingeniosos y constantes daban una atmosfera ganadora a las campañas, hoy las pautas en radio y televisión son más reducidas, pero ello no ha impedido del todo el acceso a medios de comunicación, los arreglos por debajo del agua con los medios, el uso de las nuevas plataformas como youtube, facebook, twitter, flickr, los spots en cine, el bluethoot y sms advertising, y todos los medios publicitarios comunes han tomado relevancia.

No obstante, sólo 1 de cada 4 personas cree en los mensajes emitidos por una campaña, una realidad casi suicida de reconocer por un consultor político, pero que existe, la gente no cree en los políticos, nada nuevo, como tampoco en las campañas de los que aspiran a ser políticos, ¡Oh, contrariedad!.

Otra realidad que cualquier profesional de la política experimentado puede reconocer es que el ciudadano no está buscando un buen gobernante, sino alguien cercano, que le escuche, que se parezca a él, que lo comprenda. Para resumir, busca la cualidad más importante de todo político, como de cualquier ente socialmente efectivo: la empatía.

Si el candidato en cuestión sabe de este hecho y tiene cierta habilidad para el engaño, puede timar a muchos ciudadanos sobre su presunto interés en la comunidad y sus problemas, aunque ante personas atentas su comunicación corporal habrá de delatarlo. Una pieza publicitaria bien elaborada no importa mucho si se cuenta con un candidato frio, seco, distante, o que finge interés.

Pero pensemos en los candidatos realmente interesados en el bienestar de sus próximos gobernados, ¿Basta preocuparse por ellos?, ¿Es suficiente con externar su interés por el bienestar de estos? Posiblemente lo sea, pero el contrincante puede mostrar el mismo nivel de compromiso.

Hay un nivel de contacto humano, más allá de la razonada inteligencia emocional que permite que el candidato se quede en los corazones de los ciudadanos: la sensibilidad.

Cómo es plenamente conocido, todos los seres humanos, con excepción de los psicópatas, tenemos cierto nivel de empatía, ésta nos ayuda a conocer los sentimientos de los demás (y los propios) lo que puede llevarnos a tomar una decisión más allá de lo fríamente razonable.

Yo podría tener una profunda empatía por los niños hijos de emigrantes marroquíes que han visto a su padre irse a España para buscar un porvenir, puedo imaginar lo que esto se siente, pero si en el pasado hubiera sido un niño michoacano de alguna comunidad rural que miré irse a mi padre hacia Estados Unidos, mi empatía con el niño africano hoy no sería la misma, comprendería perfectamente cómo se siente, mi nivel de empatía podría casi hermanarme con él.

El primer paso para convencer a un elector está en conectar con él, la vía emocional es esencial para lograrlo, prácticamente ningún ciudadano va a hacer el comparativo de propuestas ni observará con atención los debates, será convencido con una mirada, una sonrisa, una frase concreta, una historia personal, o un contacto personal de calidad con el candidato.

Si desconozco, o peor aún, no me importa cómo se siente la persona que trato de persuadir para que vote por mí, difícilmente lograré proyectar una imagen personal que me permita permanecer en su mente no sólo como el candidato de su preferencia, sino como el que debe ganar, actitudes muy distintas entre sí.

Aunque ninguna generalización es sabia, dentro de los candidatos, las mujeres, los médicos convertidos a la política, o los funcionarios del sector social, suelen entender muy bien ésta circunstancia, mostrarle a la gente que saben cómo se siente carecer de agua potable, de piso firme, de alimentación fundamental, de seguridad, no les va a hacer ganar simples votos, sino simpatizantes a ultranza que van a replicar su mensaje más allá de su propio hogar.

Un buen asesor o una maestría en marketing político pueden hacer que el candidato tenga un excelente plan de campaña, pero no lo convierte en un buen producto, sobre todo ante una sociedad cada vez más escéptica de la clase política y de la publicidad. Muestre que conoce el dolor, la indignación, el desasosiego, y la necesidad de la gente, y su nombre quedará escrito con letras de oro en el corazón de muchos… y por supuesto, trate de no decepcionarlos.

Suscríbete a nuestro Reporte Especializado en Marketing Político

Suscríbete a nuestro Reporte Especializado en Marketing Político

Únete a nuestra comunidad y recibe antes que nadie nuestros artículos, recomendaciones, y ofertas especiales en cursos, webinars, coaching y eventos.

Gracias por unirte. Pronto recibirás tu primer reporte!

Share This

Comparte este contenido.

Difunde el conocimiento.