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Lecciones del Infotainment

por | Nov 7, 2019

La política es aburrida. Al menos eso es lo que considera el ciudadano común, pero reconoce que tiene un grado de importancia, por eso prefiere conocer de los asuntos públicos desde el infotainment.
 

El infotainment es un tipo de contenido de los medios de comunicación que convierte el material noticioso en programas de entretenimiento, usualmente humorísticos, popularizados en Estados Unidos bajo el formato de Talk Show.

 
Con la paulatina desacralización de la política, del todo cuadrada y solemne, los medios tradicionales se atrevieron a abordarla desde formatos desparpajados para darle paso a la comedia y eventualmente incluso a la parodia, así terminó la intocabilidad de los protagonistas de la vida nacional.
 
Los nuevos medios digitales ofrecieron la plataforma ideal para que perfectos desconocidos se transformarán rápidamente en referentes del humor político, youtubers con plena libertad y un modelo de negocio distinto, que les redituó en alcanzar un elevado grado de influencia en el debate público.
 
Su éxito nos demuestra que la política puede empaquetarse en productos atractivos, de consumo popular, masivo y de impacto elevado.
 
Sin duda hay lujos que estos nuevos narrowcasters (pequeños transmisores) pueden darse diariamente y que no es tan sencillo utilizar desde la posición de gobernante, funcionario, o aspirante, al menos no con la misma frecuencia, como la ironía, el humor, el histrionismo, y otros recursos de “forma” para tratar un mismo asunto de fondo.
 
No obstante, hay varias lecciones que pueden recogerse de estos influencers para potenciar tus contenidos de marketing político digital:
 
 
Usa el humor
 
Una de las categorías con mayor grado de viralidad es la del humor, por algo las redes sociales son un gran archivo de memes, y videos cómicos.
 
Más allá del conocido poder de la risa, hay algo más profundo en términos de psicología política, y que requiere tu atención permanente: Las emociones que despiertas en su audiencia.
 
Consideremos por un momento el político promedio, ese que vive en un constante ataque, insulto, y diatriba a su rival, regurgitando sobre el público toda la negatividad que puede generar. 
 
Estos personajes abundan, y tan pronto aparecen en el escenario político, pronto se desvanecen o se estancan, porque al vincularse a las emociones negativas, su atractivo como producto político se diluye aceleradamente.
 
Desde la perspectiva de algunos teóricos la política es el arte del conflicto, esto no significa pelea permanente sino que existe una disputa por el poder, y éste sólo se obtiene y se mantiene en la medida en que se gana la preferencia del electorado, ese que prefiere personajes que le despiertan sensaciones positivas.
 
En resumen, un crítico acérrimo y permanente no va a granjearse el favor de las masas.
 
 
Sé coloquial
 
Muchos de esos mismos políticos que proyectan un talante crítico pretenden sobresalir, mostrar un grado de superioridad sobre las masas, que si bien puede tener sentido en casos muy específicos, para la inmensa mayoría resulta un error.
 
Lo primero que buscará un ciudadano para decidir su preferencia por un político recaerá en la empatía que éste le provoque, las coincidencias que encuentre en su manera de vivir y de pensar.
 
Por ello las expresiones del personaje político deben siempre surgir desde lo coloquial, evitando a toda costa la solemnidad, el lenguaje docto y técnico, se trata de mostrarse humano, no como un aburrido funcionario con ínfulas de académico.
 
El lenguaje del comunicador político debe ser el lenguaje de su audiencia, se comparte un mismo código, una manera de comunicar.
 
No existe un producto de infotainment, o un influencer que hable desde la superioridad intelectual, puede asumir un conocimiento elevado de los temas, pero siempre expresado con universalidad.
 
En el escenario político contemporáneo es más redituable la imagen de un “Hijo del pueblo”, que el de un “Fuera de serie”.  
 
 

Explota la Cultura Pop

Las concidencias entre el personaje y su audiencia, que son la base de la empatía, no necesariamente deben tratarse de aspectos serios de la vida, no todo es filosofía de vida y valores morales, también están los aspectos superfluos que dejan ver similitudes en gustos y aficiones.

 
El gran público está consumiendo una mezcla muy homogénea de series, películas, y contenidos virales en internet. Resulta imposible dedicarle decenas de horas a cada uno de estos productos, pero te será altamente útil conocerlos al menos superficialmente, invertir tiempo en estudiar las opiniones y comentarios de la gente sobre ellos, y entender el porqué de su popularidad.
 
Evita fingir que eres fan de Game of Thrones si no has visto mas que un par de episodios de los 73 que componen la serie, no se trata de montarse en todas las tendencias de la cultura pop, sino explotarla cuando auténticamente corresponde a un gusto personal y que coincide con la imagen que estás posicionando.
 
Los amigos se hacen encontrando gustos y pasiones en común, los votantes y seguidores también.
 
 

Comparte lo ordinario

 
Entre la clase política suele presentarse una suerte de síndrome de la página en blanco de las redes sociales, la dificultad para planear y decidir qué publicar en sus perfiles.
 
En el peor de los casos (y el más común), llenan sus redes de imagenes de su agenda pública: reuniones, eventos protocolarios, ruedas de prensa, y otras actividades completamente irrelevantes para la audiencia.
 
Puede que estas citas sean altamente importantes en estricto sentido, por su impacto en la sociedad, la economía o la política, pero los eventos en sí mismos son áridos, repelentes particularmente para el usuario de una red social que accesa para conectar con sus iguales, entretenerse y expresarse sobre lo que le gusta.
 
El “empaquetado” de ese producto audiovisual es mucho más importante que su peso específico en la realidad, se trata de encontrar la manera de convertir un hecho que no despierta interés en un producto que tenga un nivel mínimo de demanda.
 
Lo cierto es que aunque hagas un esfuerzo consistente para encontrar algo atractivo en la monotonía política, no siempre te será posible, y en la mayor parte de los casos el potencial de este contenido es limitado.
 
Lo que la clase política tiende a perder de vista cuando piensa en redes sociales es el poder de lo ordinario, el atractivo de escenas comunes que despiertan emociones y que ocurren todo el tiempo: Tus hijos jugando, tu perro corriendo por el patio, tu comentario sobre la última película de moda, tu esposa haciendo burla de algún defecto tuyo, un mensaje cariñoso a tu madre el día de su cumpleaños, un video montado en un juego de feria, un platillo apetitoso de comida típica, cualquiera de esas imágenes o videos tiene exponencialmente más potencial que cualquier foto de un panel sobre asuntos públicos.
 
La regla de oro para hacer comunicación política en redes sociales: Antes de ser político, eres persona.
 
 

Usa la burla como arma

 
Es inevitable golpear al rival, tendrás que hacerlo muchas veces, como respuesta a un error, un exceso, o simplemente como parte de tu estrategia de comunicación.
 
El riesgo de ir al ataque, es que sea contraproducente en términos de tu imagen. Si insistentemente estás emitiendo negatividad, la audiencia la va a recoger, puedes pensar que tus críticas están perfectamente justificadas, son racionales y razonables, pero la comunicación política no es racional ni razonable, es un juego de percepción. El que radía emociones desagradables, las vuelve parte de su marca.
 
Los presentadores del nuevo infotainment político abordan la crítica con una mécanismo clásico del humor que puedes utilizar con gran efectividad: La burla. 
 
Para evitar invocar el enojo o el asco como emociones centrales de tu mensaje antagónico, puedes envolverlo en la burla, si lo haces con ingenio y naturalidad le harás más difícil a tu rival la respuesta.
 
Un ejemplo claro y muy notable de esta técnica ocurrió semanas atrás. López Obrador contestaba a las críticas en materia de seguridad del ex Presidente Felipe Calderón, a quien llamó “Comandante Borolas”. En una sola frase, sepultó las descalificaciones de su antecesor, y lo dejó marcado por un mote socarrón difícil de eliminar, uno que dejaba ver una serie de significaciones tácitas: Su incompetencia como jefe de las fuerzas armadas, su obsesión bélica, y su nula autoridad para hablar de asuntos de seguridad nacional luego de dejar al país sometido a la peor violencia en la historia reciente.
 
El uso de la burla es un asunto delicado, es poco recomendable utilizarla desde el poder para enfrentar un rival débil, y debe centrarse en aspectos de su criterio, pensamiento, carácter o resultados, nunca en aspectos personales, familiares, o físicos. Caer en la vulgaridad puede convertir la táctica en una exhibición de tus propias deficiencias.
 
La burla vale, cuando es natural y sabes que tendrá eco en el gran público.
 
Para conocer más de cómo generar mejor contenido político para tus redes sociales no dejes de ponerte en contacto con nosotros
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