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Elementos clave de una marca política personal

por | Jul 17, 2019

Una marca personal es un aspecto esencial en el panorama político actual, y es el eje central de tu estrategia de comunicación política.

Con el creciente debilitamiento de la identidad partidista en el electorado desde hace casi 20 años, tu capital político personal es invaluable para alcanzar tus objetivos electorales o de gobierno.

Cada personaje y líder político es responsable de crear el posicionamiento, la aprobación, y la comunidad de respaldo que le de viabilidad a su proyecto, y en ese proceso hay elementos clave que debes tomar en consideración.

Asúmete como una marca política

El mercado electoral consume ciertos productos políticos, y rechaza otros con la misma naturalidad que un consumidor lo hace con sus compras ordinarias.

A diferencia del escenario político, en el supermercado los factores de compra son conocidos: Calidad, cantidad, precio, disponibilidad, y fuerza de marca.

Un candidato o líder político no puede analizarse como un jabón de tocador, pero hay factores del comportamiento humano que traspasan el mundo del consumo y aplican en la dimension política.

Mientras las grandes marcas siguen funcionando en los anaqueles, las grandes marcas políticas han dejado de lograr el objetivo de una estrategia de marca “paraguas”, puesto que el nivel de fidelidad que despiertan en el elector es muy baja.

Pero igual como ocurre con los productos que las grandes corporaciones tratan de diferenciar y fortalecer con una imagen individual, lo mismo aplica para un político que crece en el escenario político local: Tú eres una marca.

¿Qué quiere la gente?

Dentro de los aspectos de la mercadotecnia comercial que se sostienen y cruzan el umbral de lo político, está el poder de la familiaridad.

Los productos que son ampliamente conocidos, tienden a inspirar mayor confianza. 

Un líder que ha implementado un posicionamiento sistemático a lo largo de varios años tiene un capital que un candidato jamás podrá producir en 30, o 90 días de campaña.

Además, lograr un posicionamiento con un calendario holgado, sin competencia directa, es mucho más sencillo, sin mencionar que tus contrincantes tienen menos incentivos para golpearte en el proceso.

Los primeros pasos en la creación de una marca personal son esenciales, porque definirán tu camino, qué es lo que quieres poner en la mente del ciudadano cuando escuche tu nombre, con qué causas e ideas debe identificarte, y el planteamiento de tu relato político, esa historia que le da sentido a todo lo que haces.

Encuentra un nicho para tu marca política

Una de las estrategia más pregonadas del marketing contemporáneo es el desarrollo de marcas de nicho, es decir, en vez de competir con marcas ya posicionadas y dominantes, concentrar fuerzas en un segmento mejor delimitado y con menor competencia. 

La política ofrece espacios a toda clase de perfiles, el ranchero franco (Vicente Fox), el luchador social (López Obrador), el ex pandillero redimido (Pedro Carrizales “El Mijis”), el tecnócrata brillante (Carlos Salinas), el activista de clase alta (Samuel García), el independiente anti sistema (El Bronco).

El arquetipo que elijas debe diferenciarte del resto, abrir un espacio que no exista, no sumarte a una manada ya saturada de políticos de imagen homogénea.

Esta estrategia no sólo es aconsejable por el poder de crear nuevos mercados electorales, sino porque te permite alejarte de los símbolos y formas de la política tradicional que generan repulsión en el elector promedio.

Recuerda, si la política es sinónimo de corrupción en el imaginario público, “parecer político” es una manera de comenzar perdiendo.

Uno de los grandes retos de todo político que inicia el proceso de crear su propia marca es no asimilarse a las formas de comunicación de los políticos promedio. Ahí empiezan y terminan las carreras y fracasos de miles de políticos.

Comunicación Política Efectiva: UNA ADVERTENCIA

Hay dos factores esenciales que deben comprenderse desde el inicio para ser un comunicador político efectivo: la simplicidad, y la desintelectualización.

La comunicación debe ser directa, a prueba de tontos, no debe utilizar más palabras de las necesarias, y ninguna que dificulte la comprensión del mensaje para el ciudadano promedio.

Uno de los ecos de la vieja política del siglo pasado se manifiesta todos los días es el afán del político ordinario de parecer inteligente.

Esto tiene efectos perniciosos a nivel técnico, pues agrega capas de decodificación que el grueso de al población encontrará infranqueables.

Pero más allá de las barreras que esta actitud levanta para transmitir un mensaje, produce un alejamiento del personaje con el ciudadano.

Quién se viste diferente, habla diferente, actúa diferente, y piensa diferente a mí, no puede despertarme el menor grado de identificación.

Todo poder persuasivo de la comunicación empieza ahí, en el terreno de lo compartido: en la empatía.

Si quieres saber más sobre cómo desarrollar una marca política que dé resultados, ponte en contacto con nosotros.

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