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Entre las redes sociales, la más ignorada por gobiernos y políticos puede ser la más efectiva para tus objetivos en comunicación política.

Las redes sociales son una herramienta indispensable de tu estrategia de comunicación política, pero una que no debe pasa por alto es Instagram.

Cada medio de comunicación tiene sus formas, símbolos, y estilos que lo hacen diferente, y por lo tanto más o menos apto para el desarrollo de una imagen política.

Twitter por ejemplo nació para el intercambio completamente horizontal de ideas, y hoy es la red social con más comportamiento tóxico en sus usuarios.

Tener un perfil en Twitter es exponerse a la turba qué pasa el día destruyendo a los políticos, la especie más indeseable en esa jungla.

Facebook no está tan lejos de esa plaza de linchamientos. Nos provee todo el tiempo de ejemplos de mala administración de redes, donde figuras políticas mal asesoradas crean comunidades a su alrededor formadas casi enteramente por críticos. 

Cada una de sus publicaciones recibe por respuesta una lista interminable de diatribas e insultos, que restan cualquier poder mercadológico al contenido que se difunde.

En el otro extremo del espectro, la red social que destaca por su positividad es Instagram.

Los usuarios siguen tanto a sus amigos, como sus pasiones, sus aficiones, comparten su vida y lo bello, su estilo de vida y el de otros, y lo hacen privilegiando una perspectiva estética.

En Instagram se premia la belleza, el optimismo, y el humor. Lo negativo se desliza por las orillas de la red.

El usuario de Instagram no entra a informarse, o a críticar, ingresa para compartir, para el disfrute de perderse en un laberinto de imágenes de aquello que le atrae.

Los instagrammers no pierden el tiempo discutiendo o atacando a los otros, por el contrario, pasan horas curando el contenido de su timeline, descubriendo personas de su interés, y navegando la fantasía de las redes sociales.

Por eso Instagram resulta una red social clave para la política, obliga al líder a encontrar en su vida cotidiana aquello que puede resultar interesante para los demás, a compartir sus rutinas, su familia, sus entretenimientos y aficiones, provoca que ponga sobre la mesa la visión que tiene del mundo: Qué es lo que llama su atención, que hace cuando no hace política.

Instagram es un gran educador de figuras públicas que quieren entender la comunicación política, porque pronto les permite ver las grandes ventajas de hacer comunicación sin mancharla con política.

La mejor campaña política es siempre la menos política.

Esa monotonía de las reuniones, eventos, ruedas de prensa, entrevistas, y otras formas de la vieja política, no encuentran espacio en Instagram, lo aburrido es enteramente ignorado frente a la dosis constante de dopamina visual que abunda en esa red.

Instagram es un gran lugar para ensayar la comunicación política moderna, porque invita a la intimidad, empuja al personaje a encontrar esos momentos donde se atisba la persona detrás del personaje artificial.

Esa cercanía maquinada, que sugiere una grado de humanidad que conecta al político con la persona promedio, es exactamente de lo que se tratan las redes sociales.

Despojarse de la solemnidad, y los formulismos repetitivos de la política es el primer paso para generar impacto en las redes, y dónde esto se aprende más rápido, y dónde es más aceptado es sin duda Instagram.

Si tienes dudas de cómo echar a andar su estrategia de marketing digital ponte en contacto con nosotros.

Enlaces útiles:

Ideas que pegan.

Redes sociales y agenda pública.

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